Juicio Diedrichs-Herrera | 23 de septiembre de 2020. Tercera audiencia.

La primera testigo es Norma Julia Soulier, hermana de Juan Carlos y Luis Roberto, que fueron secuestrados el 15 y 16 de agosto de 1976, respectivamente. En el primer caso también a la esposa de Juan Carlos -Adriana María Díaz Ríos- junto a su bebé Sebastián de 5 meses de edad.
Julia -que estuvo declarando durante una hora y media- tenía en esa época 15 años de edad y hacía el secundario en el Colegio Loreto de Córdoba capital. Su hermano Luis trabajaba en esa escuela como preceptor, además de estar cursando 5to año de medicina y ser delegado docente. Antes del secuestro de sus hermanos, Julia vivenció tres allanamientos en su casa y tiempo después identificó -por medio de fotografías- a tres de los que llevaron a cabo esas acciones: Emilio Cesar Anadón (quien se quitó la vida en 2004), Miguel Ángel Gómez y Calixto Luis Flores, imputados en esta causa.
Una vecina les dio datos de que, en la medianoche del domingo 15 de agosto llegó un operativo militar a la casa de su hermano Juan Carlos y se llevaron a la pareja y al bebé. En la casa quedaron policías que cerca del mediodía del lunes 16 secuestraron a Luis Freddi Soulier (padre de Juan Carlos y Luis Roberto), cuando fue a ver si les pasaba algo. Ese mismo día secuestraron también a Luis. El día 16 trajeron al bebé a la casa de una tía de los Soulier, en la camioneta del padre de los hermanos, a quien también liberaron el día 17 de agosto. Juan Carlos, Luis Roberto y Adriana María Díaz continúan desaparecidos, pero figura en las anotaciones de Ana Iliovich -sobreviviente- que estuvieron en La Perla.
El bebé Sebastián llegó en shock profundo: tenía las pupilas dilatadas, no cerraba los ojos, no lloraba, no tomaba la mamadera. Chorreaba orín. Lo bañaron y notaron que tenía la planta de los pies morados y al otro día estaban muy inflamados. Recién a las 4 de la madrugada tomó leche y logró dormirse.
Mientras Julia hace su declaración vemos en la pantalla a varios imputados: Arnoldo López (que sonríe ante ciertos detalles que da Julia), a Jamil Yabour, a Miguel Lucero y Jorge Acosta.
Después de la liberación de Luis Freddi Soulier, la familia comenzó a sufrir extorsión monetaria, que no finalizó hasta que quedaron sin nada: primero pagaban con cheques, que los que venían a buscar les decían que los desaparecidos estaban bien, en un lugar donde estaban siendo reformados y que el dinero servía para que comieran bien. Después debieron vender una casa, cuatro terrenos que tenían en Icho Cruz, cuatro departamentos y vaciaron la cuenta bancaria de la familia.
Julia finaliza su testimonio hablándoles a los imputados: “nosotros como familia no nos sentimos vencidos. Adriana, Juan Carlos y Luis fueron hijos, hermanos, esposos, padres y también son abuelos. Que están siempre presentes en el hogar, que los amamos y que aparte los recordamos con mucho orgullo. Y también quisiera decirles que a nosotros el tiempo no se nos acaba, que la lucha por Memoria, Verdad y Justicia es una lucha que se transmite de generación en generación. Que a nosotros el tiempo no se nos acaba, y que vamos a seguir buscando todos los nietos apropiados que nos faltan. Que a nosotros el tiempo no se nos acaba y que vamos a seguir buscando los restos de nuestros seres queridos. Y que a nosotros el tiempo no se nos acaba porque los 30mil se multiplican en las marchas, en las denuncias y en los reclamos y en la lucha por hacer respetar todos y cada uno de los Derechos Humanos hasta lograr que la sociedad argentina goce de un estado más justo y garantista.”
El segundo testigo es aquel bebé de 1976: Sebastián Soulier, que tiene hoy 44 años.
Relata lo que la familia le ha contado: que les robaron todo de la casa donde vivía con sus padres, casa, moto, fotos, libros. Que sus abuelos buscaron a sus padres en todas partes y denunciaron ante distintas personas como Primatesta, Pio Laghi, Alfonsín, el Ejército, Angeloz. Que supo ver personas que extorsionaban a su abuelo. Cuenta que hasta los diez años repetía lo que le decían: “que sus padres estaban de viaje, que habían tenido un accidente”. Hasta que a esa edad un tío le dijo la verdad: “tus papás no volverán más, porque los mataron”. Aun así, cada vez que tocaban a la puerta él corría y se imaginaba que eran ellos. Recuerda el terror que vivieron sus abuelos cuando fue la asonada de los carapintadas.
Hizo un periplo por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y lo que provocaba en la familia, hasta que llegó el indulto menemista que fue “el cartón lleno de la impunidad”. Desde 1995 militó en H.I.J.O.S. y desde entonces pudo reparar cosas suyas.
Continuó su extenso relato reconociendo que 44 años es toda una vida, que los juicios llegan tarde (porque sus cuatro abuelos murieron sin encontrar justicia), que la ausencia es grande: “que no hay día de mi vida en que no extrañe a mis padres, que no hay día en que no los haya necesitado”. Que los ve en los ojos de su hija -que son similares a los de su madre- y en su parecido a su padre.
Relata que creyó que estaría nervioso al venir a declarar, pero que no fue así: “entré tranquilo, entré sonriendo, entré orgulloso; orgulloso de lo que hizo mi familia, orgulloso de lo que hicieron mis padres, de lo que hizo mi tío. Y me voy a ir del mismo modo, sonriente también, voy a poder abrazar a mis hijas, les voy a poder dar un beso, y voy a poder compartirles la certeza que tengo, de que nosotros somos la alegría y la vida, y que siempre hemos batallado contra la muerte y la tristeza. Si hay algo que puedo enseñarles es eso…”
Finalizó diciendo que no se siente solo, que con él hay muchas personas, amigos, afectos que lo acompañan. Que la sociedad argentina ha comprendido y reclaman con ellos, que no están más solos y eso lo ven cada 24 de Marzo.
El tercer testigo es Jorge Arias, hermano menor de Miguel Ángel Arias -Coqui- desaparecido un mes y medio antes que los Soulier. Lo sacaron la medianoche del 29 de junio de 1976, de la habitación que compartían. Militares de civil entraron hasta la habitación y después de ordenarle que se vistiera rápido, lo inyectaron con algo y lo sacaron desvanecido de la casa. Nunca más han sabido de él.
Su madre fue hasta el arzobispado a pedir ayuda a Primatesta. Mientras estaba en la cola de personas que esperaban, un secretario le preguntó qué buscaba y cuando ella dio el nombre de su hijo, el secretario dijo: “¿Coqui Arias?”, ante la sorpresa de lo dicho, se fue y ya después les dijeron a todas las personas presentes que no habría más atención ese día.
Tiempo después les dieron el dato de que el yerno de un conocido -Julio Cesar Araoz (Chiche)- podría ayudarlos a averiguar sobre su hijo. Fueron a verlo, pero en determinado momento Araoz les pidió el nombre de otros cinco muchachos para poder ayudarlos. Ahí los padres de Coqui se negaron a hacer eso y ya no volvieron a ver a este personaje.
La última en declarar es María Livia Cuello, madre de Coqui, quien tiene 91 años. En su declaración confirma los datos que dio primero su hijo Jorge, que son los datos que ella y su esposo tuvieron en aquel momento. Y finaliza su relato “con mucha esperanza”, porque lo único que desea es saber “qué le pasó a su hijo, qué le hicieron”.
Ante la pregunta del abogado querellante sobre si recordaba lo que Araoz les había dicho sobre los Soulier en aquella época cuenta que, para demostrar que conocía del tema, Araoz les dijo: “Vergez les devolvió el niño porque tenía miedo de que lo mataran”.
El juicio continuará el día jueves 1 de octubre, desde las 10hs por:
https://www.youtube.com/channel/UCyQJUlKhS-thgxlv-HcYTOA
Para ver en Youtube el Resumen de la 3° Audiencia Juicio Diedrichs - Herrera: https://youtu.be/wqhWTFKdGB4
Material público resumen de la 3° Audiencia Juicio Diedrichs - Herrera: https://drive.google.com/drive/folders/1wUOC20UfMSi7hdlcbNu-NOZXFGYGkL4v?usp=sharing
Ph: Sofia Rubiano.
Ph: Sofia Rubiano.